Fue en ese momento cuando junto a un sacerdote del lugar le rezaron a Juan Pablo I. Desde entonces, atribuyen la mejora en su salud a un milagro del fallecido papa. Por esta razón, se inició su proceso de beatificación.

El Papa Francisco beatificó este domingo a Juan Pablo I, luego de que el Vaticano aprobara un milagro que se le atribuye sobre Candela Giarda, una niña paranaense.

La protagonista del milagro que convirtió al Papa Juan Pablo I en beato de la Iglesia Católica, en diálogo con Elonce y dijo que la ceremonia “Fue muy emocionante. Todavía no tomo dimensión lo que sucedió”, dijo Candela.

En 2011 estuvo internada en grave estado de salud en la Fundación Favaloro. Tras ser desahuciada por los médicos, su madre empezó a rezar a Juan Pablo I y, de la noche a la mañana, la situación de Candela Giarda se revirtió totalmente.
“Yo no recuerdo nada lo que me sucedió. Mi mamá y el padre José, son los que tienen el vínculo con el Papa. Pero yo también le rezó a él y pido que la gente tenga fe”, contó. Según relató, la joven fue afectada por un virus “que ni los doctores sabían que era”, expresó.

“Gracias a que mi mamá se la pasó rezando, me recuperé. Yo no tengo memoria desde mis 11 años hasta los 15. No recuerdo cuando me enfermé, ni la recuperación”, dijo. Seguidamente, agregó: “hoy en día llevó una vida normal. Voy a la facultad y voy al gimnasio”. Candela estudia Organización de Empresas Agropecuarias en la UADER.

“Elijo vivir el ahora y el futuro se verá. Trato de no pensar mucho en lo que se viene. Estoy feliz con mi vida”, finalizó.

El milagro

En su momento, Roxana Sosa, la mamá de Candela, peregrinó por sanatorios, hospitales y distintos centros de salud de Entre Ríos, pero nadie sabía explicarle qué tenía su hija.
Años después, los especialistas concluyeron que la patología era FIRES (síndrome epiléptico por infección febril), una enfermedad de las consideradas raras, que afecta a una persona en un millón, casi siempre sin posibilidad de sobrevida.

De hecho, era tan poco alentador el panorama que los médicos le dijeron que Candela no tenía expectativas de vida. Le indicaban que, si acaso sobrevivía, la niña iba a quedar en estado vegetativo.

La noche más oscura y desesperante fue la del 22 de julio de 2011, cuando la doctora Gladys la abrazó y le dijo: “No podemos hacer nada más por ella. Cande se muere esta noche”.
En ese momento, Roxana decidió pasar por la iglesia a la que siempre iba a rezar, la parroquia Nuestra Señora de la Rábida, ubicada a metros de la clínica, en Buenos Aires. Allí había conocido al Padre José Dabusti, quien la contenía en esos dramáticos días. “Aquella noche entré y le pedí que fuera a verla. Cuando se acercó a la cama de Cande, rezó y me indicó que pusiese las manos arriba de ella y se la encomendó al Papa Juan Pablo I”. Aunque no sabía nada acerca del Papa, Roxana confió en lo que le proponía el sacerdote y, sin dudarlo, se aferró a él sabiendo que era el último recurso. Se quedó sola al pie de la cama de su hija, esperando que transcurrieran las horas.

Afortunadamente, el desenlace fatal nunca llegó. Unas horas después de invocar a Juan Pablo I, la niña empezó a evolucionar de manera favorable. Para su madre, solo hay una posible explicación: se trata de un milagro. Roxana asegura: “Los milagros existen, y yo lo vi con Cande”. 

Fuente: Elonce.com /CNN Argentina