Leandro Bruni, analizó este miércoles la situación política en Radio Show Chajarí, Mirando un poco el escenario internacional Latinoamericano a nivel socioeconómico y político, nos muestran los conectados que estamos y que hay corrientes de épocas que nos condicionan.

Uno es el constante derrotero que tiene el oficialismo en Latinoamérica y otro es la “luna de miel” o periodo de gracia que existe entre que gana y cuando la opinión pública, medios de comunicación y gente empiezan como a cruzar al presidente.  En algunos casos la imagen positiva cruza la negativa, o al revés claro ejemplo Bolsonaro en Brasil. 

Relacionado a este análisis  existe un contrate entre quienes hacen campañas donde el control es la expectativa a relación a lo que pasa en realidad.  Hay campaña que miran demasiado al futuro, prometiendo muchas cosas al votante que terminan por No cumplirse, quizás es muy bueno en campaña y gobernando no.

En varios países de Latinoamérica, como Ecuador, Chile, Brasil, Perú y Argentina; en ninguno de esos casos la “luna de miel” aumento en los últimos años, siempre la tendencia de  ver positivamente a sus mandatarios es menor.  Cuando comenzó la pandemia y comenzó este fenómeno de medición  sobre la capacidad de los presidentes en manejar las crisis, fue un giro de la opinión  pública asía el Estatismo o la capacidad del estado en gestionar  la crisis, como Argentina con una fuerte tradición estatista y en Brasil veíamos todo lo contrario, como Bolsonaro y sus medidas frente a la pandemia.

Es bueno preguntarnos  ¿Cuánto tiempo uno está dispuesto a darle a ese gobernante para que cumpla todo o una parte de lo que prometió?  Se está demostrando que  cada vez es menos, pero lo cierto que en campaña se prometen soluciones rápidas.  La expectativa siempre está por delante; alimentado esta idea de frustración al no cumplirse y el problema es cuando la falta recurrente de estas prácticas genera que el ciudadano comience a pensar que no es un problema de ese gobierno sino de la democracia que no logra cumplir con lo que promete. Es un riesgo muy importante.  Ya que 7 de 10 Latinoamericanos está insatisfecho en cómo funciona la democracia. Este fenómeno se replica en el mundo, las diferencias con Latinoamérica  es que la mayoría de los votante tiene más cercanía con la política, el descontento que sienten, basadas en manifestaciones, polarizaciones en términos políticos.  Los líderes antidemocráticos son resultados de esta crisis. En la historia mundial, las grandes crisis engendraron líderes nefastos, es una retroalimentación.

Las últimas 17  elecciones  presidenciales en Latinoamérica, desde el 2018 hasta ahora,  el 88%  gano una oposición. Y eso no es normal. Eso marca que no hay un giro, es un voto de descontento a la democracia, se cree que no importa quien esta sino es votar en contra llamándose  el “voto castigo” herramienta importante en el momento de decidir por un votante. 

En caso de Chile y Perú hay dos condimentos importantes para analizar, existen un sistema político  alimentado en los últimos 10 años donde hubo 3 presidentes (cuando deberían haber sido 2) eso habla de una incapacidad de llegar a la presidencia y mantenerse.  En caso de Uruguay se consolido como país estable donde hay cierto consenso en los partidos políticos.  En Europa es recurrente que los presidentes que expiran se mantienen con un perfil bajo y que pasaría en Argentina si pasara lo mismo, si cada vez que entregan su mandato se quedarían quizás con una fundación y nada más, no volver al escenario político.  Ejemplo es el PRO que nació en 2005 y va camino a cumplir  20 años y sigue en busca de una imagen de partido fresco y nuevo.

Retomando y para cerrar es bueno recalcar que la democracia, que costó mucho consolidarla y retenerla, los hijos de la democracia no se identifican con la misma. No engendro demócratas como padres o abuelos que siente que esta funciona.  Es un dato alarmante.  Se supone que deberían gobernar para el común de la gente y pasa lo contrario.

Gentileza: Radio Show Chajarí