Nuestra provincia es de las más afectadas. Es que toda Entre Ríos está seca: un 6,09% en situación extrema; un 64,06% en sequía severa; un 29,28%, moderada; y un 0,57% se encuentra anormalmente seco.
Como consecuencia de tres años consecutivos de imperio de La Niña, un evento climático que provoca escasez de lluvias y que en los últimos meses se ha agudizado en gran parte del territorio argentino, el 55% del país padece sequía en diferentes grados.
Para la producción agropecuaria la situación es crítica. Toda la superficie de las provincias de la región central, Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe, las de mayor relevancia en cuanto a volumen de producción agroindustrial, se encuentra en condiciones de sequía.
Allí, tras haberse perdido gran parte de los cultivos de invierno, trigo y legumbres, fundamentalmente, el maíz temprano que pudo llegar a sembrarse fracasó en un elevado porcentaje, la soja que se logró implantar intenta sobrevivir y una importante superficie todavía aguarda a ser sembrada con maíz y soja tardíos si alguna lluvia salvadora lo permite. El paisaje de cursos de agua completamente secos, animales delgados por falta de pasto y cientos de ellos muertos de sed en algunas zonas, trazan un paisaje desolador. Las consecuencias se verán en el corto y mediano plazo: magras cosechas, menor oferta de carne y leche, ingreso de divisas y recaudación del agro sustancialmente reducidos, productores que quedarán fuera de juego, entre otras.
Según el Sistema de Información Sobre Sequías para el Sur de Sudamérica (Sissa), al 5 de enero de 2023 el 54,48% del país registra sequía de diferente magnitud: un 11,57% sufre una sequía excepcional; un 7,43% una sequía extrema; un 14,39%, severa; un 22,19%, moderada; y un 8,9% está anormalmente seco.ECONOMÍAPor la sequía, las pérdidas en maíz llegan hasta u$s1.500 por hectáreaSi se analiza por provincias, un 1.95% de Buenos Aires atraviesa una sequía excepcional; un 10, 26%, está en sequía extrema; un 18,14%, severa; un 39,94%, moderada; y un 16,43% se halla anormalmente seco. Afortunadamente, un 13,28% del área bonaerense quedó a salvo del déficit hídrico.
En Córdoba solo un 2,03% del territorio logró escapar a la sequía; un 0,46% sufre sequía extrema; 26.04%, severa; 54,24%, moderada y 17,24%, se halla anormalmente seco.
Por su parte, toda la provincia de Entre Ríos está seca: un 6,09% en situación extrema; un 64,06% en sequía severa; un 29,28%, moderada; y un 0,57% se encuentra anormalmente seco.
En tanto, Santa Fe también está arrasada por la sequía de punta a punta. Allí, en un 0,08% es excepcional; en un 9,03%, extrema; en un 38,54%, severa; en un 44,97% es moderada, mientras que un 7,39% está anormalmente seco.
“Esta sequía ha afectado sobre todo en la zona núcleo en estos últimos meses”, dijo Karina Flores, integrante de la Dirección Central de Monitoreo del Clima, del Servicio Meteorológico Nacional (SMN). “También la bajante del Río Paraná de hace dos años fue algo que nunca se había visto en los últimos 50 o 60 años. Todo esto está muy relacionado con la falta de lluvias, primero en el centro de la Cuenca del Plata, y luego se fue extendiendo a todo el país a consecuencia de La Niña”, explicó Flores, según detalla Clarín.
De acuerdo a la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), hasta el momento, en la zona núcleo, el área que abarca el sur de Santa Fe, norte de Buenos Aires y sudeste de Entre Ríos, ya se perdió el 40% del maíz sembrado en fecha temprana. Se trata de unas 80.000 hectáreas que dejarán pérdidas de 1.500 dólares por hectárea en campo alquilado y de 780 dólares por hectárea en tierra propia. Allí, todavía queda por sembrar un 12% del maíz tardío y por el atraso en las tareas, en la BCR estiman mermas de un 30% en la producción con pérdidas de casi 350 dólares por hectárea para campos alquilados. Además, hay más de 3 millones de hectáreas de soja de primera en condiciones de regular a mala en la región, quedando aún 200.000 hectáreas sin sembrar.
Pasada ya la ventana de siembra, el período donde es posible sembrar un cultivo para su óptimo desarrollo, aún queda por implantarse en 30% del área de maíz y el 20% de la de soja en la región agrícola central y todos los productores miran al cielo rogando que aparezcan los milímetros que permitan al menos reducir un poco las pérdidas.